Hoy tenemos un capítulo especial de «Hay una luz en el baño» más largo que los anteriores y muy interesante…Disfrutadlo.

 

Cap-8 ¡Yo soy Julieta, y tú también… desterremos a Romeo!                                                 

Sofía se fue después de guardar mi ropa interior…
Y sin saber que era la misma que voló por el aire y por el suelo de la habitación esta noche pasada.
Sobre las 23:30h estuve cenando algunas cosas en la cocina y entonces me escribió un mensaje Luz.
«Salgo ahora del entrenamiento, voy para ahí, tengo muchas ganas de verte.»
Usé la BlackBerry con celeridad para contestar que no timbrase, que se situase bajo mi ventana y le dejaba caer las llaves. Teníamos uno de esos porteros que anuncia que la puerta está abierta y hemos pedido que regulen el volumen pero todavía sigue estando muy alto, van a ponerle un relé para que por las noches suene menos, a la mitad. Y el timbre de arriba de mi casa asusta, el dueño me dijo que aceptaba traer otro pero tengo que ir a elegirlo al almacén. Si no puedo ir yo esta semana le diré a una amiga que hace reformas que vaya ella, que lo elija y que me traiga uno menos estridente, más hogareño, que invite a abrir. Ya se verá.
No tardó mucho en llegarme otro mensaje de Luz al WhatsApp:
«Ya estoy bajo tu ventana, o eso creo… Romeo»
Le contesté:
– ¡Yo soy Julieta, y tú también… desterremos a Romeo!
Y me desplacé hasta la ventana para pasarle las llaves. Desde esa perspectiva, mirando hacia arriba, con esa cara sonriente, brillante e iluminada me pareció realmente bella, hermosa, dulce… y supe que le lanzaría las llaves y lo que me pidiese, sin dudarlo.
– Hola guapa (me dijo) te he echado mucho de menos. (Mientras me besaba y me rodeaba con sus brazos.) No he dejado de pensar en ti todo el día… he estado a punto de volverme loca, dándole vueltas a cómo conseguía contactarte. He usado un teléfono de la oficina para llamar a tu director deportivo, así aunque somos de otra compañía de seguros igual cuela… de todas formas nadie sabrá que fui yo. Porque esas líneas resetean el historial de llamadas cada 12 horas. Estaba desesperada… (y entonces hundió su cabeza en mi pecho, forzándome a recostarme en el sofá contra el respaldo) espero que lo entiendas, perdóname…
Dejamos que pasaran unos minutos así, en silencio y me dijo tengo muchísima hambre, quiero comer algo ya… le dije que en la nevera había cosas. Me dijo que quería algo caliente y decidimos encargarlo a un sitio de los que en 10 minutos están en tu puerta con la comida caliente… yo les llamo bastante porque casi no tardan y tienen cosas vegetarianas…
Entonces, mientras comía a dos carrillos y me daba algunos trozos a mí, de su propia mano, me dijo que era la primera vez en su vida que se liaba con alguien. Que no había estado con nadie nunca y que siempre había puesto como escusa el deporte, que era una prioridad para ella y no le quedaba tiempo. Los chicos a veces le habían dicho que eso era porque era lesbiana pero lo había negado siempre porque su padre llevaba años amenazándole con que si se le ocurría ser una desviada de esas la retiraba de la competición. Es cierto que su padre ya era mayor y ella suficientemente independiente, pero su madre siempre ha estado diciendo que le daba igual hombre o mujer, novio o novia, siempre y cuando le diese un nieto.
– Por eso estaba histérica al mediodía con que no se lo contases a nadie. Sé que mi padre ya no puede quitarme de la competición, pero claro… empezó a decírmelo cuando era tan niña que me resulta imposible borrármelo de la cabeza, a veces pienso que le podría dar un infarto si se entera. Mi madre es más flexible, alguna vez que hablamos, yo haciéndome la loca diciendo que estaba centrada en mis objetivos deportivos, pero ella dice… que hay personas homosexuales normales y felices. En fin, no sabía qué hacer hasta que lo habláramos.
Y se volvió a recostar sobre mí, estirando las piernas y terminando de comer los trozos que le quedaban… y el último trozo intentó dármelo a mí, echando la cabeza hacia atrás, para verme la cara, y su dedo se quedó entre mis labios, para retener la comida dentro… y se lo besé, acomodando el trozo de comida a un lado, en un carrillo, y accediendo a su juego.
Nos besamos y reímos, todavía con comida en la boca… y ella casi se atraganta, pero se incorporó y volvimos a estar de frente. Me miró a los ojos y me dijo… ¿qué sientes, qué piensas?
Entonces pensé, miré un momento hacia la pared, al árbol que hay al lado de la puerta y del que «cuelga» un espejo, y respirando hondo empecé a decirle. ¿33 años? Cuando me dijiste a noche ese número fue el momento más mágico de toda la noche de ayer… Hace años que sueño con conocer y conectar con alguien algunos años menor que yo, no me preguntes por qué… Pero creía que la chica de 32, para 33, que yo espero encontrar no existe. Porque ella sólo existe en mis sueños, ella es como un personaje en un cuento inventado, ella no fuma, entiende mis motivos para sentir lo que siento por el alcohol y seguramente ya no fuese alguien de beber mucho, pero es alguien que no bebe nunca más, jamás… y, además, es asexual. A esa chica de mis cuentos yo le gusto vegetariana, le gusto activista, le gusto altruista y luchadora, le gusto tal cual, le gusto y atraigo desde siempre, desde el principio, y se desvive por construir una relación conmigo. Donde algunos de los pilares básicos son la comunicación, la confianza, la sinceridad y ella se abre a mí sincera desde el principio y sin necesidad de andarle detrás a preguntas. Es una chica a la que le gusta conducir, leer, ver películas, hacer deporte, montar en bici, nadar, hacer activismo por toda clase de derechos humanos, animales, civiles, sociales, por todo… es una chica fotogénica a la que le gusta la fotografía, le gusta posar y hacer fotos, le gusta viajar y dormir en un saco de dormir, que no necesita una cama de hotel y que no le importa caminar con una mochila durante 20 kilómetros. Pero no existe alguien así… una persona a la que mi apariencia le importe bien poco, que me acepte incluso con mis complejos y mis manías. Es complicado, Luz, de modo que ayer me gustó que pasase lo que pasó, pero no suelo tener muchas esperanzas de encontrar a alguien así. Lo más parecido que he encontrado en esta vida es mi BAE, Sofía, ella es muy especial, y aún así no es suficiente.
En ese momento me toma de las manos y me mira a los ojos, casi con lágrimas, y me dice:
– Tu BAE jamás tiene que dejar de ser tu BAE, y menos en tus circunstancias. A mí me gustaría empezar a apoyarte pero quizá no sea exactamente como la chica de 33 años que describes, sin embargo me parezco bastante. Sólo sé que nunca había pensado que las cosas serían así… ayer, cuando crucé la frontera de tu asexualidad me pasé tres pueblos. No tenía derecho a hacerlo, sabía lo que has expresado mil veces y mereces que te confiese una cosa. Yo ni siquiera me he masturbado una sola vez en mi vida. He estado tan centrada en el deporte que nunca le he prestado atención al sexo. Ni siquiera habría sabido qué hacer si no llegas a tratar de abofetearme (te repito que no me diste, de modo que olvídalo)…
Y una vez más nos besamos, con parsimonia, ternura y cariño.
– Pero cuando te vi en la televisión y en la prensa y leí tus entrevistas enseguida me sentí atraída por ti, si hubieras sido de otra ciudad me habría desplazado a conocerte. Lo hubiera hecho todo para descubrir si ese sentimiento que surgió al conocerte podía llegar a ser algo. O si yo me iba a quedar para levantar pesas y nadar kilómetros sola el resto de mis días.
Nos miramos… permanecimos en silencio mirándonos…
Ella cedió antes que yo, bajó la cabeza y fue a apoyarla en mi pecho, al tiempo que me abrazaba y yo me recostaba de nuevo. Se desplazó hacia arriba y se quedó recostada en la parte superior de mi torso, le besé la coronilla, su pelo olía a champú y estaba húmedo. Lo acaricié y le dije:
– ¿Entonces qué…?
Y antes de terminarlo se incorporó, me miró a los ojos y dijo «Quiero intentarlo»
(Continuará…)
«Hay una luz en el baño»por Antía Trans

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