Hace unas semanas una historia tremenda, a mi modo de ver, llegaba a mis oídos. Una mujer, no chica, ni adolescente, ni menor, ni nada que no implique la madurez necesaria para afrontarse a una misma y a sus condiciones, celebraba su cumpleaños con una cena para todas sus conocidas y conocidos en un restaurante bonito, bien iluminado y con buena comida…todo sonaba genial menos la explicación que me dieron a continuación:
«El caso es que la mitad de las que vamos somos lesbianas, ella incluida, pero la otra mitad de las que van no lo son y no pueden enterarse de que lo somos ni mucho menos de que ella lo es».
Cuando la persona que me lo estaba contando terminó de hablar me quede ojiplática y le dije: «obviamente, no vas a ir, no?», a lo cual ella contestó: «si que voy a ir, por qué no iba a hacerlo?»…
En ese momento vinieron a mi cabeza todos los dragones de Daenerys, un tsunami, la convención de Seneca Falls, mi propia salida del armario y un dolor punzante, mezclado con asco y repulsión. Supongo que a estas alturas del post algunas ya me estaréis llamando exagerada, pero no lo puedo evitar, me parece vergonzoso y avergonzante, todo a la vez, que una persona se crea capaz de exigir a las demás que «no se les note su condición» o «que no hablen de ella», y ya no me meto en el tema de su propia decisión de salir o entrar en un armario, en el caso de esta mujer, empotrado y con incrustaciones de marquetería.
Esto que cuento puede parecer anecdótico pero yo lo veo un claro ejemplo de las mujeres que considero «lesbianos avergonzadas». Cada mujer puede tener una circunstancia de vida distinta, complejidades en su entorno, tanto familiar como laboral (este último más difícil y comprometido a veces), pero a la hora de la verdad, si una sabe quien es y pisa fuerte por donde va el decir soy lesbiana o comportarse como tal, es, ni mas ni menos NORMALIZAR. Todo el resto es avergonzarse de una misma o no tener aceptada la verdadera esencia personal.
Yo tengo claro que adoro a mis amigos, pero nunca iría a una fiesta en la que me pidan que no sea quien soy, que no hable con normalidad de mi vida o de mi pareja o que, simplemente me hagan sentir que el ser lesbiana representa algo nocivo que no deba decirse con normalidad y naturalidad. 
En este post quiero haceros reflexionar sobre frases como «me gustan las mujeres pero a nadie le importa», «no necesito llevar una bandera», «no creo que sea importante decir que soy lesbiana» o la mejor perla que escuché en mucho tiempo, «soy lesbiana pero…», equiparable al «soy feminista pero…» que detrás nunca suele traer nada bueno ni relacionado realmente con el lesbianismo o el feminismo.
A todas las mujeres de cierta edad que penséis así os diría que si os gustan las mujeres, importa, y mucho que lo digáis con naturalidad para NORMALIZAR; si crees que no es importante decir que sois lesbianas, lo es y mucho, para evitar que haya confusiones incomodas o que la gente piense que somos pocas y anormales, y para las últimas, las de «yo soy lesbiana pero…», detrás del pero no hay nada, sois lesbianas y punto, lo demás solamente lo construís vosotras, lejos de cualquier normativa hetero vigente porque si.
Mientras no se normalice la condición sexual de cada persona es difícil que podamos hablar de nuevos modelos de feminidad, de masculinidades o de familia.
Las lesbianas avergonzadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.