Desde que en 1983 la sexóloga Pepper Schwartz concluyera en su informe Parejas estadounidenses sobre comportamientos sexuales, que las parejas lésbicas de larga duración mantienen menos contactos sexuales que cualquier otro tipo de pareja (hetero y gay) y que cuanto más larga es la relación, menor es la frecuencia de encuentros eróticos, dicho fenómeno denominado como Lesbian bed death se ha convertido en un mito sexual sobradamente extendido y falso.
La baja frecuencia de relaciones eróticas o la pérdida del interés erótico, por ausencia o disminución del deseo, es uno de los desajustes más comunes en las consultas de los profesionales de la sexología y además, uno de los fantasmas más temidos en los dormitorios de las parejas, pero no es un fenómeno exclusivo de la mujer y mucho menos de la mujer lesbiana.
El origen de la pérdida del deseo erótico, tendrá más que ver con causas psicológicas como el estrés, la depresión, la vivencia de experiencias traumáticas; con físicas como la ingesta de determinados medicamentos y enfermedades; con sociales como la acumulación de obligaciones, una educación demasiado prohibitiva sobre la sexualidad o con el simple paso del tiempo, que con ser mujer, lesbiana y tener una relación de larga duración.
La búsqueda de experiencias eróticas dependerá de la valoración que cada una de nosotras hacemos de nuestras biografía, de cómo nos sentimos, vivimos y percibimos como mujeres sexuadas. Si vivo con prisa, si me siento triste, cansada o agobiada, si he vivido experiencias dolorosas o traumáticas, si estoy enferma o tomo determinada medicación, si mis preocupaciones ocupan todos mis pensamientos, si mi educación sexual está basada en el miedo, si no considero “normales” mis relaciones eróticas, si mis experiencias son siempre las mismas, si siento la rutina, si me hago mayor, si mi cuerpo cambia, si ya no soy tan guapa, tan ágil y tan hábil como antes… es lógico que mi deseo cambie, disminuya o se pierda entre lo que siento y ocupa mi vida, independientemente de ser o no lesbiana.
Cuando el deseo disminuye o se bloquea lo único que conseguiremos creyendo que es algo “normal” y habitual entre las lesbianas es que nuestras relaciones disminuyan y la situación se mantenga. Si por el contrario, intentamos examinar en qué está ahora nuestro deseo o dónde se ha bloqueado podremos cambiar las circunstancias. Para averiguarlo, en ocasiones, será necesario pedir ayuda a un profesional, pero en otras no. Simplemente, con buscar nuevas fantasías, cambiar alguna práctica, leer literatura erótica (hoy en día existe bastante textos para lesbianas), ver películas, introducir juguetes y/o cambiar el escenario y el espacio será suficiente. Con la sexualidad no pasa como con la comida que cuando comes, menos hambre tienes, si no que cuanto más lo haces y más piensas en ello, más te apetece.
Ana Adán
Psicóloga – Sexóloga. Co-directora de Tú-yo Psicólogos
Muerte de la cama lésbica

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