El otro día, charlando con una amiga, le comenté lo mucho que me había gustado la canción de Conchita. Lo que en un principio puede ser algo sin relevancia, pasa a tenerla cuando la conversación versa sobre el videoclip que yo no había visto. Lo puse, esperando que llegara el momento que me hace tanta gracia. Cuál es mi sorpresa que, la artista a la que yo siempre tomé por un poco pija y de derechas (que nadie se tome a mal esto, solo era una apreciación personal), esa misma que nos lloraba sus penas con una vocecilla muy melodramática, ¡llevaba un anillo en el pulgar! ¿Qué tiene este hecho de sorprendente…?
Quizá haya alguna andamiera que no lo sepa, pero el uso de un anillo en el dedo gordo, se suponía que implicaba que la portadora era lesbiana. Eran los 90 cuando escuché por primera vez tal argumentación. Con la excusa que Conchita me había dado, me puse a indagar sobre este mito. El resultado, ninguno. Todos lo dicen, todos lo comentan, pero nadie (al menos que yo haya encontrado) me ha facilitado una explicación. Esperaba algo como: «el uso de un anillo en el pulgar fue muy popular a finales del siglo XIX y principios de XX, por las mujeres homosexuales, lo que facilitaba el reconocimiento entre ellas». Señales ocultas que ni Iker Jiménez ha desvelado… Quizá mi visión sobre este tema sea algo romántica. Dos mujeres que se cruzan las miradas en un parque, que no pueden usar el lenguaje de los abanicos, pero descubren una sortija en el pulgar de la otra. Una se levanta, la otra la sigue y, arropadas por la vegetación, se deleitan con besos y caricias sobre sus ropajes. ¡De imaginación también se vive, ¿no es cierto, J. K. Rowling?
En fin, con esto no pretendo sacar del armario a nadie (ni siquiera sé si lo está o si lo tiene), ni seguir con mis fantasias a lo Corín Tellado, ni, mucho menos, evidenciar el hecho de que todas las mujeres que conozco y portan este accesorio, son lesbianas (no puedo generalizar tanto). Tan solo haceros reflexionar sobre algo tan pequeño como un anillo, y las connotaciones que su uso pueden conllevar. Los estereotipos y su vigencia a través de los siglos…
Y tú, ¿te lo has puesto ya en el pulgar?