Esa es la sensación que me da oír hablar en los telediarios sobre la violencia homofóbica que despunta últimamente en los informativos.

Cuanto más cerca parece que estamos de la igualdad, cuando parte de los que me rodean, me preguntan porque nos manifestamos, si ya no tenemos más derechos que reclamar más me doy cuenta de que vamos hacia atrás, de que seguimos necesitando dar visibilidad y educar.

Y es que, este verano no hay semana que no salte un caso de violencia homofoba.  En Madrid van tres agresiones en lo que va de mes, y en el resto de España suceden con relativa frecuencia. Lo que más me llama la atención es la edad de los atacantes, cada vez son más jóvenes, chicos de entre 16 y 20 años son los que protagonizan esta clase de comportamientos  ¿de quién o dónde lo han aprendido?



Hay quien opina que la mayor visibilidad de gays, lesbianas y transexuales ha dado pie a mayores ataques, o que las personas que han sido atacadas denuncian más. Bueno, puede que tengan su parte de razón, pero no toda. Mi pensamiento es que a pesar de ser más visibles no existe una educación al respecto, ni los padres ni los colegios se mojan a la hora de hablar de homosexualidad con los chavales.  El  hecho de que haya una mayor visibilidad no tendría por defecto que derivar en más ataques. ¿Porque un chaval de 16 años a día de hoy,  con los conocimientos que hay sobre el tema,  se dedica a insulta o agredir a una persona por su orientación sexual?

La falta de sensibilidad y educación en los colegios  (ojo, no de todos) forma parte de ese caldo de cultivo en el que los jóvenes crecen y se alimentan del odio que aún persiste en mucha parte de la sociedad. Las cosas han de cambiar, tanto en casa como en los colegios. Tenemos mucho por lo que luchar, luchar por que las nuevas generaciones no pierdan todo lo conseguido  durante los últimos años. Hacerles ver que ellos deben de continuar con esa lucha para erradicar la violencia contra el colectivo, para que se respeten las libertades individuales de cada persona y que nunca, NUNCA más tengamos miedo de salir a la calle de la mano de la persona  a la que amamos.
Para atrás como los cangrejos….

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