Cap-3 Tranquila, vine sabiendo de sobra que eres asexual                                            

Entonces la puerta se abrió y apareció una chica con mi camiseta de voleibol y una bandeja con dos desayunos… irradiaba una luz que no había visto jamás.
Le pregunté, no estaba segura;
– ¿Qué ha pasado entre nosotras, Luz, si esta madrugada ha pasado algo entre nosotros, haya sido bueno, o malo, y no me acuerdo porque estaba inmensamente cansada y me desplomé, más allá de dormirme, creo que es mejor que me lo cuentes. Acaso, que no creo, mantuvimos relaciones sexuales?
Me preguntó extrañada por qué a la vez que le estaba preguntando si había habido sexo, decía casi segura que no, y añadió ¿tan malo habría sido? Negué con la cabeza, pensando para mis adentros, estaba segura de que mi reacción no habría sido esa… no me habría dejado llevar tan lejos, quizá no quería decírmelo pero… y entonces ella rompió el silencio en el que estaba inmersa pensando en mis cosas “…hubo un momento en el que intenté meterte mano y trataste de abofetearme…” Y ahí me quise morir…
– ¿Que te pegué? (Exclamé con todas mis fuerzas).
Trató de calmarme y callarme… dijo que la culpa había sido suya, repitió “acabo de decirte que traté de meterte mano cuando te quedaste dormida”… “quizá fui demasiado lejos”…
Insistió en que se lo merecía por no entender la situación. Que el resto de la noche la pasamos hablando, jugando a ponernos ropa, y que ella pensó que una cosa llevaría a la otra, pero la verdad fue que yo me quedé dormida poco a poco. Y terminó diciendo que no sólo me perdonaba por la bofetada, que no había ni siquiera llegado a dársela, se empeñó una y mil veces en disculparse porque, “la verdad es que me había pasado de la raya”, decía. Y añadió:
– Yo ya había leído todas tus entrevistas en la prensa, hasta tu Twitter y tu página de Facebook, y sabía de sobra todo lo que dices de que eres asexual pero, por un momento, aunque que dijiste que parase, pensé que podía ser fachada y seguí para comprobarlo. La culpa era mía, fue mía, porque vine sabiendo de sobra que eres asexual y aún así forcé las cosas. (Se quedó callada mirándome con una expresión en los ojos que sólo conocía en Sofía).
– Pero bueno, ha sido una noche divertida, por lo demás. (Añadió).
Y una lagrimilla corrió por su mejilla mientras dos lagrimones brotaban de mis ojos. Dejó la bandeja en el suelo, sin arquear la espalda, con una flexibilidad pasmosa, dejando ver su sexo al estar agachada del todo. Y rápidamente vino a la cama a sentarse a mi lado. Las dos lloramos, yo me disculpé y le pedí perdón y ella me lo pidió a mí, no sé quién llevó la cuenta pero parecía un partido de sets, por cada vez que yo decía algo, ella lo decía dos, y yo lo decía tres, y así… Finalmente nos cansamos de llorar y de perdonarnos. Nos quedamos abrazadas mirando el desayuno en el suelo.
Pasaron unos minutos y entonces me dijo;
– ¿Quieres tus cosas, las muletas y lo otro, que quedó en el salón?
Entendí a qué se refería, sin duda ya daba igual, imagino. Le dije que no, que se quedase a mi lado. Pero se levantó para ir de dos saltos hasta la puerta. Me reí al volver a verle agacharse, doblaba las rodillas, las separaba, bajaba sus enormes brazos musculados paralelos, la camiseta dejaba ver el vello de su entrepierna y, entonces, en milisegundos estaba en pie, con la bandeja horizontal y a la altura del pecho, más o menos.
La trajo hasta la cama y desayunamos, me felicitó por tener soja, le dije que hacía 14 años que era vegetariana y no tomaba leche, se mostró admirada y sorprendida, me besó con una gota de soja escurriéndose por su barbilla y se la recogí con un beso mío. Nos dijimos que las dos juntas nos ayudaríamos a ser vegetarianas un poco más estrictas cada día. A ver si alcanzábamos la meta de ser deportistas veganas, y transexuales, jajajajajaja
Dijo que eso segundo me lo dejaba para mí, que me quedaba muy bien y era un gran ejemplo para el colectivo, que le parecía fantástico que se hubiera visibilizado tanto en los medios y esas cosas.
(Continuará…)
«Hay una luz en el baño» por Antía Trans

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