A muchas de nosotras, cuando éramos pequeñas, nos leyeron cuentos en los que princesas, bellas durmientes y jóvenes embrujadas esperaban a que el príncipe o caballero de turno, habitualmente apuesto y lleno de testosterona, las rescatase de su cautiverio, hechizo o incluso de su propia soledad malentendida.
En estos cuentos, de corte heterosexual, los patrones dominantes solían ser los siguientes:
El: inteligente, apuesto, valiente, decidido, independiente y dominante.
Ella: guapa, asustada, dependiente, paciente y sumisa.
Esos cuentos transmitidos de generación en generación nos dejan ver que en la vida real existen muchas mujeres que se pasan la vida esperando eso, un hombre o en nuestro caso una mujer que las libere de soledades y problemas, sin darse cuenta de que la verdadera solución es el empoderamiento.
Somos lesbianas pero no hemos sido educadas para SER lesbianas sino para SER MUJERES, por tanto, el patrón educativo nocivo se repite en nuestras relaciones y mujeres en general, heterosexuales o lesbianas, solemos cometer los mismos errores psicológicos y conceptuales a la hora de afrontar las relaciones y la vida. 
Es complicado y en cierto modo todas padecemos esa enfermedad en algún momento, algunas no son conscientes de ello, otras se curaron y otras luchan encarnizadamente contra toda la basura que desde niñas les han metido en la cabeza.
Las mujeres que no se dan cuenta a tiempo de que no necesitan corona ni salvadora/salvador suelen encontrar justamente lo contrario…pensad un poco…persona que a todas luces aparece para salvarte…¿de que?, ¿de ti misma, de tu entorno, de lo que eres, de lo que sientes y de como lo sientes?, creo que cualquier persona que se presenta como la persona salvadora tiene muchas papeletas para ser una maltratadora/or de narices…
Imaginad a la bella durmiente, que después de que el la besase le dijera: «y una mierda, yo no quiero irme contigo ni amor eterno ni leches, quiero irme de fiesta que estoy cansada de tanto dormir», probablemente la respuesta de él sería: «he recorrido tropecientos reinos, luchado en mil batallas para llegar y ahora me dices esto». Pues si, este tipo de personas suelen utilizar ese esquema mental, el de «te he ayudado tanto y así me tratas eres la ultima rata de cloaca», provocando en la víctima de su vampirismo emocional sentimientos de culpa y remordimientos a la hora de abandonar. Y ni que decir que poco a poco, la supuesta salvadora o el supuesto salvador van ganando terreno hasta anular a la víctima y hacerla creer que sin ella/él no es nada.
Ahora…¿que pasa si la princesa ha decidido que no quiere ser rescatada?, ¿qué sucede cuando la princesa no necesita ser princesa y quiere ser simple y complejamente mujer?. Pasa que renace, lucha y sobrevive.
La princesa que no quería ser rescatada

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